Ciertas evidencias sugieren que los seres humanos podrían responder a factores externos, como el aumento de la actividad en la visión de cerca, el aumento de la presión educativa, la disminución de la exposición a la luz solar al aire libre, los cambios en la dieta (incluido el aumento de la ingesta de carbohidratos), así como los bajos niveles de luz en el interior. Todos estos factores podrían estar asociados a una mayor prevalencia de miopía2. Desde distintos organismos internacionales, en la actualidad se recomienda especialmente evaluar los factores de riesgo y las opciones preventivas como principal tratamiento3.