El aumento de la longitud axial en los ojos miopes produce cambios topográficos y estructurales que conllevan, entre otros, una elongación y adelgazamiento de la retina, la coroides y la esclera, siendo más susceptibles a distintas patologías3. A pesar de que cualquier cantidad de miopía puede suponer un riesgo de desarrollar complicaciones que pueden causar una pérdida visual, en algunos casos irreversible, los miopes altos tienen un mayor riesgo de desarrollar estas complicaciones. Entre ellas destacan la maculopatía miópica, la atrofia coriorretiniana, la foveosquisis, la neovascularización coroidea (NVC), el desprendimiento de retina regmatógeno, el glaucoma y las cataratas. Cada una de estas complicaciones puede conducir a una discapacidad visual, e incluso ceguera. Además, la miopía también afecta a la calidad de vida general de los niños, especialmente en lo que se refiere al rendimiento académico, la actividad física, la interacción social y las futuras elecciones laborales4. Estos datos generan una importante preocupación, lo que convierte a la miopía en una materia de salud pública urgente.