1Profesor de la School of Optometry & Vision Science (Escuela de Optometría
y Ciencias de la Visión). Director del Centre for Ocular Research & Education
(Centro de Investigación y Educación Ocular, CORE).
Universidad de Waterloo, Ontario, Canadá.
2Jefe del equipo de Educación Profesional, científico clínico en el Centre for
Ocular Research & Education (Centro de Investigación
y Educación Ocular, CORE). Universidad de Waterloo, Ontario, Canadá.
3Profesor y director de Investigación en la School of Optometry & Vision Science
(Escuela de Optometría y Ciencias de la Visión), UNSW, Sidney, Australia.
4Profesor de Optometría, responsable de Optometría, responsable adjunto
de la División de Farmacia y Optometría, director de Eurolens Research.
Universidad de Manchester, Reino Unido.
5Vicepresidente asociado de Investigación y profesor.
Oficina del vicepresidente de Investigación y Escuela de Optometría.
Universidad de Alabama en Birmingham, Estados Unidos.
Vivimos tiempos excepcionales. El brote del coronavirus, declarado pandemia en marzo de 2020, ha afectado en casi todos los aspectos de la vida cotidiana. En la profesión de la optometría, existe una necesidad específica de información clara y fundamentada en pruebas sobre la forma en que el virus interactúa con los ojos. No dejan de circular rumores y desinformación sobre los riesgos de contraer la COVID-19 a través de las lentes de contacto y el uso de gafas. Ha llegado el momento de conocer los hechos. El Journal of the British Contact Lens Association (BCLA), Contact Lens and Anterior Eye (CLAE) ha publicado recientemente un extenso estudio sobre temas relevantes1. Conscientes de la necesidad de compartir el estudio con un público lo más amplio posible, el documento completo está disponible para su lectura y descarga gratuita en https://www.contactlensjournal.com/article/S1367- 0484(20)30055-2/fulltext.
Los editores de CLAE también han concedido permiso para adaptar y resumir el documento directamente en un módulo de aprendizaje a distancia, cuya publicación casi simultánea está siendo avalada tanto por Optician (Reino Unido) como por Contact Lens Spectrum (Estados Unidos). Reconocemos el apoyo de las respectivas empresas editoras al querer dar rápidamente todos los pasos necesarios para la puesta a disposición de este estudio, y agradecemos también su flexibilidad para compartir este contenido a gran escala.
Introducción
Un nuevo coronavirus (CoV), el síndrome respiratorio agudo grave coronavirus-2 (SARS-CoV-2), da lugar a la enfermedad del coronavirus 2019 (la COVID-19). El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la rápida propagación de los casos de la COVID-19 como pandemia. La respuesta global a la COVID-19 ha dado lugar a cambios sustanciales en las prácticas comerciales y sociales en todo el mundo. Ante las preocupaciones que existen en torno a la pandemia, se han difundido muchos informes relativos a la mejor manera de limitar las posibilidades de infección a través de diversos medios de comunicación y de las redes sociales, y se han reportado muchos casos de información errónea y de especulaciones. Entre estos, últimamente han circulado rumores que afirman que no es seguro usar lentes de contacto, que los usuarios de lentes de contacto corren un mayor riesgo de desarrollar la COVID- 19, que ciertos materiales para lentes de contacto son más «arriesgados» que otros y que los usuarios de lentes de contacto deben volver inmediatamente a usar gafas para protegerse. ¿Hasta qué punto son ciertas estas declaraciones? ¿Y se sustentan en pruebas? Y, muy importante, ¿los usuarios de lentes de contacto están aumentando su riesgo de contraer la COVID-19 al usar las lentes? Y, también, ¿cuáles son las ramificaciones de una posible reducción de la disponibilidad de atención oftalmológica local para los usuarios de lentes de contacto durante esta pandemia?Coronavirus
Antes de responder a estas preguntas, es importante examinar primero la biología estructural y el mecanismo fisiopatológico conocidos de una infección causada por la SARS-CoV-2. Todos los CoV contienen como material genético ácido ribonucleico (ARN), que está rodeado por una capa de proteína llamada nucleocápside. Al igual que otros CoVs, el SARs-CoV-2 es un virus envuelto, lo que significa que su nucleocápside está envuelta por una bicapa lipídica. El SARs-CoV-2 tiene tres proteínas que están ancladas en la envoltura y sobresalen de ella, incluyendo proteínas espiculares2. Estas proteínas forman la corona que se puede ver por microscopía electrónica y que da el nombre a los CoVs (Figura 1). Las proteínas espiculares son glicoproteínas que tienen una gran afinidad con la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2), un componente del sistema renina-angiotensina que se encuentra en muchos tejidos humanos3. Se cree que esta afinidad permite la entrada del virus en las células huéspedes, entonces el virus libera su ARN en la célula huésped, lo que conduce a la replicación vírica y a una mayor infección.El coronavirus y el uso de lentes de contacto
Los coronavirus son capaces de producir un amplio espectro de enfermedades oculares, incluyendo enfermedades del segmento anterior como la conjuntivitis y la uveítis anterior y del segmento posterior como la retinitis y la neuritis óptica4. Aunque estas manifestaciones oculares son posibles para alguien que ha sido infectado por el virus, ¿qué se sabe sobre el potencial de transmisión del virus a través de los ojos, o incluso si el uso de lentes de contacto aumenta el riesgo de contraerlo?
Una búsqueda de PubMed del 5 de abril de 2020 no encontró pruebas de que los usuarios de lentes de contacto sean más propensos a contraer la COVID-19 que los usuarios de gafas. La creencia probable en cuanto a esta inquietud se refiere al hecho de que la SARS-CoV-2 se ha aislado en lágrimas, aunque con poca frecuencia5, y también que se sabe que el virus se transfiere por contacto manual, por lo que podría transferirse a las lentes de contacto durante su aplicación y retirada. En un informe, se produjeron secreciones positivas y conjuntivales en un solo paciente que desarrolló conjuntivitis de una cohorte de treinta pacientes con la nueva neumonía por CoV5. En otro informe6, 64 muestras de la película lagrimal de 17 pacientes con la COVID-19 no mostraron pruebas de SARS-CoV-2 por cultivo vírico o reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR). Además, la frecuencia de la conjuntivitis en pacientes con la COVID- 19 notificada hasta la fecha es baja, de <3%5,7, aunque se ha sugerido que los CoV podrían transmitirse por contacto de aerosol con la conjuntiva en pacientes con enfermedad activa5,7-11. Sin embargo, sigue sin conocerse la respuesta a la pregunta de si la COVID-19 puede producirse por exposición conjuntiva12. Algunos estudios recientes han concluido que «el ojo raramente se ve afectado por la infección de CoV humanos, ni es una vía de entrada preferida por los CoV humanos para infectar el tracto respiratorio »13 y que «Los resultados de este estudio indican que el riesgo de transmisión de SARS-CoV-2 a través de las lágrimas es bajo”6. Por lo tanto, hasta la fecha, no hay resultados que avalen la inquietud de que los pacientes sanos corren un mayor riesgo de contraer la COVID-19 si usan lentes de contacto.
Se podría argumentar que la COVID-19 es tan nueva que puede que esos datos todavía no existan. Sin embargo, la falta de pruebas de anteriores brotes de enfermedades de coronavirus, incluida la SARS en 2002-2003, sugiere que el riesgo de desarrollar la COVID- 19 por el uso de lentes de contacto es bajo. Es informativo tener en cuenta las enfermedades virales que se transmiten por contacto directo y que podrían utilizarse como sustituto para evaluar los riesgos de la COVID-19 en usuarios de lentes de contacto. Un ejemplo sería la queratoconjuntivitis epidémica (EKC), causada por el adenovirus del virus ADN sin envoltura. Esta enfermedad es altamente contagiosa, se propaga rápidamente a través del contacto directo, representa el 65-90 % de los casos de conjuntivitis vírica14 y ha sido relacionada con enfermedades de transmisión activa en clínicas oftalmológicas y otros centros comunes de atención sanitaria donde hay un contacto estrecho entre los proveedores de atención sanitaria y los pacientes15-19. Sin embargo, una revisión de la literatura parece no mostrar un mayor riesgo de EKC en aquellos que usan lentes de contacto frente a los que no las usan, con una frecuencia reportada de 3-15% en usuarios de lentes de contacto18,20.
El SARS-CoV-2 se propaga principalmente por contacto de persona a persona a través de las gotas respiratorias que se producen cuando una persona infectada tose o estornuda21,22. Sin embargo, también podría propagarse si las personas tocan un objeto o una superficie con el virus de una persona infectada y luego se tocan superficies mucosas como la boca, la nariz o los ojos22,24. Dado que los usuarios de lentes de contacto deben tocarse los ojos al ponerse y quitarse las lentes de contacto, es comprensible que se haya planteado esta cuestión como una preocupación potencial de aumentar el riesgo de exposición al virus. El consejo sistemático e inequívoco para proteger a las personas del virus, es lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón. La envoltura lipídica del virus puede ser emulsionada por surfactantes como los que se encuentran en un jabón simple, que mata al virus22,25. Los consejos de mejores prácticas para los usuarios de lentes de contacto incluyen las mismas instrucciones que deben impartirse en todas las situaciones, independientemente de la pandemia de la COVID-19. Cuando se usan lentes de contacto, es fundamental lavarse las manos meticulosamente con agua y jabón y luego secarse las manos con toallas de papel sin usar (el denominado «papel de cocina»). En el caso de los usuarios de lentes de contacto, esto debería realizarse antes de cada inserción y retirada de las lentes de contacto; este proceso reduce los riesgos de infección y respuestas inflamatorias y es muy eficaz26. De ello se desprende que mientras los usuarios de lentes de contacto utilicen técnicas correctas de higiene de las manos, deberían estar restringiendo cualquier transmisión de virus a su superficie ocular y, de hecho, como ya se ha dicho, actualmente no hay pruebas de que corran un riesgo mayor de desarrollar la infección de la COVID-19 que las personas que no utilizan lentes de contacto.
Otra consideración es el tiempo que el virus es viable en diferentes superficies y, a su vez, el potencial para que se una a los materiales de las lentes de contacto. Con respecto a lo anterior, un estudio reciente demostró que la estabilidad en aerosol y en superficie tanto de la SARS-CoV-2 como de su predecesora, la SARS-CoV-1 (la cepa vírica asociada a la anterior epidemia de SARS) era similar27. Concretamente, ambos virus podían detectarse en aerosoles durante un máximo de tres horas, en cartón durante 24 horas y en plástico y acero inoxidable durante 2 o 3 días. La persistencia de los coronavirus en superficies inanimadas como las de plástico y goma de silicona fue publicada hace poco en un estudio, aunque este no incluía la SARS-CoV-228. Hasta la fecha, ningún estudio ha abordado la cuestión de si la SARS-CoV-2 se une a materiales de lentes de contacto de cualquier tipo y, por lo tanto, no se sabe si hay diferencias entre los materiales contemporáneos (como el hidrogel y el hidrogel de silicona) o si los diferentes períodos de reemplazo tienen algún impacto.
Una última observación es la de la desinfección de las lentes de contacto. Hasta la fecha, no existen pruebas de la capacidad de las soluciones de lentes de contacto comercializadas actualmente para desinfectar la SARS-CoV-2, y las pruebas relativas a la capacidad de las soluciones de cuidado actual para desinfectar virus siguen siendo equívocas29, 30. Los sistemas de cuidado de las lentes de contacto, que se remontan a más de 30 años, han demostrado ser eficaces para inactivar tanto el herpes simple como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)31, 32, especialmente desde que se incluyó el paso de frotar33, y se ha comprobado que con un frotado y enjuague meticulosos se elimina más eficazmente el virus de las lentes de contacto que cuando no hay frotamiento30. Un estudio reciente demostró que el cloruro de benzalconio podía retardar o detener el adenovirus34. La mayoría de los sistemas modernos de cuidado de lentes incluyen un surfactante35, y dado que la SARS-CoV-2 tiene una envoltura lipídica, es plausible que el frotado y enjuague de la lente con ese sistema de mantenimiento pueda ser eficaz para eliminar el virus, pero es necesario seguir trabajando en este campo para confirmarlo. Se ha investigado la inactivación de los coronavirus por parte de varios agentes biocidas, incluidos algunos encontrados en soluciones desinfectantes para lentes. Se observaron reducciones significativas, > 4log10, en los coronavirus humanos en sesenta segundos o menos tanto para el 0,5 % de peróxido de hidrógeno como para el 0,23 % de povidona yodada, ambos utilizados en concentraciones notablemente más bajas que las encontradas en los sistemas modernos de desinfección de lentes de contacto28.
El coronavirus y el uso de gafas
En recientes informes de prensa se han formulado una serie de indicaciones sobre las gafas graduadas, entre ellas que pueden proporcionar cierta protección contra el virus y que reducen el número de veces que las personas se tocan la cara en comparación con las lentes de contacto. ¿Qué nos dicen las pruebas publicadas hasta la fecha sobre este tema?
Una revisión sistemática de la literatura demuestra que no hay pruebas científicas de que el uso de gafas graduadas proporcione protección contra el SARS-CoV-2 u otras transmisiones virales, aunque este concepto se haya planteado en los medios de comunicación36-38. Esta creencia en torno a la seguridad de las gafas probablemente existe debido a la orientación de utilizar gafas protectoras personales aprobadas (máscaras médicas, gafas protectoras o protectores faciales) en determinados entornos relacionados con la atención de pacientes infectados39. Sin embargo, estas gafas y protectores proporcionan una protección muy diferente a la que ofrecen las gafas estándar, una diferencia reconocida por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, que afirman que «las gafas y las lentes de contacto personales NO se consideran una protección ocular adecuada»40.
A pesar de la clara delimitación de los CDC entre las gafas estándar y las gafas de protección personal aprobadas, es comprensible que siga existiendo la creencia errónea de que las gafas son preferibles a las lentes de contacto. Sin embargo, hay una serie de factores de interferencia que no apoyan esta teoría. Consideremos en primer lugar a los usuarios de gafas a tiempo parcial que solo usan las gafas ocasionalmente para ver a distancia o para leer. Su supuesta «protección» es intermitente, y además la mayor frecuencia con la que se ponen y se quitan las gafas aumenta la posibilidad de tocar su cara cada vez, posiblemente sin lavarse las manos. Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que algunos virus como el SARS-CoV-2 pueden permanecer en superficies de plástico duro (similares a las que se encuentran en monturas de gafas y lentes) durante horas o días28, 41-43. Al tocar las gafas, cualquier partícula de virus podría transferirse a los dedos y la cara de los usuarios, por lo que las prácticas adecuadas de higiene de las manos deberían extenderse también a la manipulación habitual de las monturas de gafas y gafas de sol para evitar la transmisión de partículas víricas a los dedos y posteriormente a la cara. Las gafas deben limpiarse regularmente con agua y jabón, y secarse con una toalla de papel desechable para eliminar cualquier partícula viral adherida. Sin embargo, dado que se trata de un consejo relativamente nuevo, sin enseñanza previa, actualmente es poco probable que los usuarios de gafas se adhieran a ese proceso.
La importancia de la higiene de manos
Aparte de para el uso de lentes de contacto y de gafas, ¿con qué frecuencia la gente se toca la cara en general y cuál es el mejor consejo que se les puede dar?
Las manos son un vector frecuente de transmisión de infecciones respiratorias44. Un estudio observacional de estudiantes de medicina examinó la frecuencia con la que se tocaban la cara45. De media, cada uno de los estudiantes se tocaba la cara 23 veces por hora. De todos los toques del rostro, el 44 % implicaba el contacto con una membrana mucosa (ojos, nariz o boca) frente al 56 %, que implicaba el contacto con áreas no mucosas (orejas, mejillas, barbilla, frente u oído). De los contactos de la membrana mucosa, el 36 % involucraba la boca, el 31 % la nariz, el 27 % los ojos y el 6 % era una combinación de estas regiones. Dado el elevado número de contactos faciales, el lavado de manos se convierte en un método muy importante para evitar la transmisión de cualquier organismo patógeno de los dedos a las membranas mucosas de la cara. En relación con la COVID-19, este consejo, tal y como recomiendan la OMS y los CDC, es aplicable a todo el mundo, tanto si utiliza lentes de contacto o gafas como si no utiliza ninguna corrección de la visión.
Además de los jabones comunes utilizados para el lavado de manos, es muy probable que el virus del SARSCoV- 2 sea susceptible a los mismos desinfectantes a base de alcohol y lejía que los oculistas suelen utilizar para desinfectar los instrumentos oftálmicos y los muebles de oficina28. Para prevenir la transmisión de la SARS-CoV-2, se recomiendan las mismas prácticas de desinfección ya utilizadas para prevenir la propagación en el lugar de trabajo de otros patógenos virales antes y después de cada encuentro con el paciente. Muchas de estas medidas han sido resumidas hace poco en una editorial46 que abarca una serie de consideraciones importantes para llevar a cabo una práctica clínica segura durante la pandemia.
Los CDC y la OMS recomiendan que la gente se limpie las manos con frecuencia para reducir el riesgo de contraer el virus. En concreto, recomiendan a todas las personas:
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